Pocos eventos generan tanta expectativa como un Mundial de fútbol. Cada cuatro años, es el tema de conversación de los programas deportivos, los magazine, del taxista, el verdulero y la señora con ruleros, poseedora de una panza tan abultada como su edad y quien limpia la vereda los domingos temprano para ver al adolescente que llega esquivando baldosas. En definitiva, un mes en el que cada país está lleno de entrenadores.
Como tal, quedará en la historia lo que pase dentro de la cancha, la canción, la ropa, la ceremonia de inauguración y la final. En todos estos aspectos, de los 18 ya disputados entre 1930 y 2006, no hay ninguno que quede marcado por igual para ambos finalistas como fue Italia '90.
Porque no es sorpresa que el pueblo aleman idolatre a quienes consiguieron su tercer estrella gracias a Franz Beckenbauer como entrenador, Lothar Matthäus y su manejo de los hilos dentro del campo, y un potente juego ofensivo con Andreas Brehme, Jürgen Klinsmann y Rudi Völler.
De todos modos, en Argentina también recibieron como héroes a un plantel que, en lo futbolístico, no había llegado del todo bien: derrota en el primer partido ante un Camerún que no entendió el significado Fair Play, luego sufrió la fractura de tibia y peroné de su arquero Neri Pumpido y encontró a un Maradona que arriesgaba sus valiosas y lesionadas piernas por la camiseta. Aunque la revelación fue el jóven Sergio Goycochea que se puso el traje de titán para atajar penales.
En segunda ronda, eliminó a Brasil en un partido recordado por la cantidad de llegadas al arco de los garotos, los tiros en los palos, el bidón con "agua saborizada" (con estupefacientes) que tomó Branco. Luego de Yugoslavia, dejó a Italia sin la ilusión de dar la vuelta en su propia tierra y vendió cara la derrota ante Alemania en el último partido, por un penal que sólo vio el señor Codesal y la imágen recordada de Maradona insultando a todos los que abucheaban el himno argentino.
Quedará por siempre la película Heroes II, que cierra con los jugadores en la Plaza de Mayo cantando con una multitud que fue a recibirlos, Diego con la camiseta y Pumpido en muletas, mientras suena de fondo el mejor tema músical de todos los mundiales: "Notti Magiche".
Porque no es sorpresa que el pueblo aleman idolatre a quienes consiguieron su tercer estrella gracias a Franz Beckenbauer como entrenador, Lothar Matthäus y su manejo de los hilos dentro del campo, y un potente juego ofensivo con Andreas Brehme, Jürgen Klinsmann y Rudi Völler.
De todos modos, en Argentina también recibieron como héroes a un plantel que, en lo futbolístico, no había llegado del todo bien: derrota en el primer partido ante un Camerún que no entendió el significado Fair Play, luego sufrió la fractura de tibia y peroné de su arquero Neri Pumpido y encontró a un Maradona que arriesgaba sus valiosas y lesionadas piernas por la camiseta. Aunque la revelación fue el jóven Sergio Goycochea que se puso el traje de titán para atajar penales.
En segunda ronda, eliminó a Brasil en un partido recordado por la cantidad de llegadas al arco de los garotos, los tiros en los palos, el bidón con "agua saborizada" (con estupefacientes) que tomó Branco. Luego de Yugoslavia, dejó a Italia sin la ilusión de dar la vuelta en su propia tierra y vendió cara la derrota ante Alemania en el último partido, por un penal que sólo vio el señor Codesal y la imágen recordada de Maradona insultando a todos los que abucheaban el himno argentino.
Quedará por siempre la película Heroes II, que cierra con los jugadores en la Plaza de Mayo cantando con una multitud que fue a recibirlos, Diego con la camiseta y Pumpido en muletas, mientras suena de fondo el mejor tema músical de todos los mundiales: "Notti Magiche".
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